lunes, 24 de diciembre de 2012

Una canzone

Los Belgas dicen que no hace tanto frío como el año pasado y que hace mucho calor para ser Diciembre. Se quejan de que no neva lo suficiente y que así no pueden sentir el espíritu navideño. Yo, por mi parte, estoy feliz de que esta semana no haya hecho tanto frío, lo que si es que ha llovido como si hubieran dejado la regadera abierta en el cielo. Desde en la mañana hasta en la noche sin parar, ni siquiera unos cinco minutos de descanso.
En fin, hoy toca la cena de navidad. Mi familia es un poco fría en cuanto a preparativos navideños así que si yo no aceptaba cocinar ellos iban a comprar pan y jamon para cenar y eso sería todo.
Me gusta mucho estar en la cocina mezclando cosas y oliendo la comida, inventando recetas y ensuciando todo. Pero mi parte favorita es cuando la gente prueba lo que he preparado y dicen “Tis heel lekker eh!“. Por eso hoy me pone nerviosa preparar la cena, en primera en mi vida he hecho Cochinita pibil, en segunda son 15 personas a complacer y en tercera... mi abuela no está aqui pa' echarme la mano. ¿Y ahora? No queda más que seguir la receta y tratar de improvisar un poco como suelo hacerlo. Espero que mi cena no fracase.

En cuanto a él, lo vi hace dos dias. Esta vez no me entristecí cuando me di cuenta que sigue sin revertir el cambio que sufrió hace unos meses. Esta vez ya no llevaba esperanzas de que el viejo él volviera. Y así fue, no volvió. Pero ya me acostumbré y me di cuenta de que no importa cuántos cambios sufra o que tan poco pueda conversar con él. Me gusta a pesar de todo. Pasa el tiempo y nada cambia. Y ya me acostumbré a eso también.
Así que este Jueves, cuando estemos en Paris, llueva o neve... voy a hacerlo y no se lo voy a contar nadie. Ni siquiera a él. Y entonces esperemos que, al menos por unos segundos, vuelva a ser el que solía conocer hace unos meses.

El 2 de Enero sale mi vuelo rumbo a Italia. Estoy tan feliz que no puedo ni demostrarlo. No puedo creerlo. La emoción me invade a mil por hora y nada ni nadie va a impedir que este viaje sea perfecto. Desde que tengo uso de razón mi único sueño y meta en la vida es ir a ese pais. Al pais de donde sé que soy. De donde viene la primera raiz. Y le voy a sonreír a mi abuelo cuando esté en su tierra y estoy segura él sonreirá también.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Carousel



El frio aumenta todos los dias, ya llegó la nieve y junto con esta un montón de emociones que todavía no logro desenredar. Es como una mezcla entre mucha alegria contenida, comienzo de cotidianidad, nostalgia, chocolate y pies frios. Bélgica me da algo nuevo todos los dias y eso me gusta, a veces me trata con mano dura y otras veces me libera para que de pasos bajo mi propio riesgo. No es fácil. Nadie dijo que sería. Y me gusta así.
Mis ojos descubren un montón de cosas que no sabía que estaban ahí y, en ocasiones, me dejo llevar por la atmósfera y sonrío en los lugares más inesperados. Muchas veces me ha pasado que mi cerebro deja de oir la música para concentrarse en otras cosas y es entonces cuando consigo que mis dedos bailen de aqui para allá en el teclado y ese peculiar sonidito de los botones inunde la habitación, transportándome a mi hogar y, luego, a ningún lado.
Hay tantas cosas que contar que me cuesta ordenarlas para poder plasmarlas. Y ahora que lo pienso es un poco tonto porque las pocas cosas buenas que he escrito en mi vida son un desorden y nunca me paré a organizarlas con anticipación.
Aún vivo en el bloqueo, ya hizo un año y medio desde la última vez que escribí un guión de principio a fin en una sentada y me sentí satisfecha. Ahora, no importa cuanto intente, ese muro frente a mí no me deja ingresar al mundo de las historias, aquel mundo que me abría siempre sus puertas. Siempre. Y ya no. No más.

¿Por qué?

jueves, 1 de noviembre de 2012

Mañana


Y ahora que me pongo a pensar me pregunto muchas cosas, muchas cosas que pude haber preguntado la noche anterior. La tercera noche. Y la última.
Me condujiste a la habitación de los sillones y el póster de los beatles, acomodaste las cobijas y me ayudaste a dormir. Susurraste cosas en muchos idiomas, besaste mi frente y me contaste tus aventuras. Recorriste mi rostro con tu dedo indice y prometiste muchas cosas. Me abrazaste más fuerte y te quejaste de la vida. Sonreíste en la oscuridad y me contajiaste. Dijiste que yo lo podía todo. Que para finales de noviembre todo sería mejor.
-You had the best year of your life.
-Im having the best years of my life.
Me quedé dormida con tu respiración en mi rostro y tus manos a mi alrededor.
La segunda noche, una semana después, hacía frío. Prendiste el calentador y nos sentamos todos juntos a escucharte mientras contabas la historia de tu familia, de un padre que no te habla, una madre que te olvidó y una hermana que te abandonó. Nos mostraste la fotografía de tu abuelo, el mejor hombre que hay en tu vida. Sacaste los albumes del cajón y nos contaste la historia de cada fotografía. Sonreí mucho.
Me llamaste a tu lado después de un rato y me contaste de Brazil, de tu verdadera familia y de ese año en el que aún sigues viviendo. Me abrazaste y volviste a negarme un beso, dijiste que no estaba bien y yo lo entendí. Pero el ambiente de la noche nos arrastró poco a poco hasta que no tuvimos fuerzas y nos dejamos llevar un poco. Te detuviste y dijiste que era muy difícil. Me abandoné al sueño entre tus brazos.
La siguiente semana y la siguiente y la que vino después de esa... no me hablaste. Los mensajes tuyos a los que ya estaba acostumbrada cesaron y comencé a sentir poco a poco cómo me ignorabas. Me retorcía en duda y frustración. Revisaba el celular y me preguntaba qué cosa había hecho mal.
La tercera noche, hace unas horas, un muchacho de dieciocho años me perseguía y trataba de besarme. Corrí hacia la primera puerta que encontré y salí a la calle, donde te encontré parado. Me miraste con cara de duda y quisiste preguntar algo, pero no te lo permití, te tomé de la mano y te conduje por la calle rápidamente. Sin explicaciones aún así me seguiste. Te dije que huía. Te reíste.
Era un edificio, había papel pegado al suelo anunciando que estaban pintando, era extraño y oscuro. Pero era el único lugar donde podíamos resguardarnos del frío.
-¿You have feelings for me?
Gracias. Dentro de mí te di las gracias por preguntar, por hacer las cosas directas y sin rodeos. Por dejarme ser sincera y por una vez en la vida no tener miedo a responder. Me abrazaste, me explicaste la razón de tu silencio. Dijiste que no querías lastimarme, que no querías entrometerte en mi año, que ibas a dejar de hablarme y que yo tenía que disfrutar al máximo mi momento. Que tú te apartarias, que estabas arruinándome todo. Yo sonreía, asentía, lo entendía. Me quebré por dentro. Todo lo que había sostenido... se quebró.
Esa conversación a oscuras la grabé en mi memoria para no olvidarla nunca, grabé tu sonrisa y tus palabras, tus disculpas y la promesa de que ya no volverias a molestarme, ya no ibas a hablarme como antes y te apartarias. Dijiste que no querias hacer de mi mente un desastre. Pues puedo decirte que ahora está hecha más un desastre de lo que estaba antes de aquella conversación.
Y ahora vengo y lo escribo, para curarme, para dejarlo ir, para respirar y volver a ser la que era antes del 5 de octubre. Para que quede grabada la lección y no se me olvide nunca.

martes, 25 de septiembre de 2012

Fever

Aún no sé si el sentimiento de estar fuera de casa sigue ahí, a veces va y viene, hay dias en los que me abandona por completo. Hay dias en los que se queda aquí a pasar la semana. Casi siempre llega cuando amanece.
No todo se siente como una aventura, aún me parece que estoy en una clase de hipnosis. Pienso en la persona que se encontraba sentada en la cocina de su casa, llenando una enorme solicitud, estresada tratando de conseguir los papeles requeridos. Entonces esta persona respira profundo y se dice a si misma “Voy a irme, VOY A IRME“ y continua llenando esa complicada solicitud. Ella lo dijo sin pensar, en realidad ni siquiera estaba razonando del todo, solo hacía lo que lo que dictaba el instinto. Y hasta hoy, no sé qué estoy haciendo. Pero ya dejó de importarme, ya camino sin cadenas. Ya no me pesan tanto las decisiones. Ya soy feliz. Y pienso mucho en esa noche, la noche en la que le ordené al universo que me dejara cruzar el océano para llegar aqui. Moví las piezas a mi favor e hice que sucediera. Yo inicié la jugada. Nadie más. Y lo hice sin pensar. Pero, tal vez, las mejores cosas de esta vida se hacen sin pensar. Tampoco se hacen con el corazón, o con el alma, o con fe. Las mejores cosas de esta vida ya existen, solo hay que saber encontrarlas.

Y hasta hora solo ha pasado un mes y dos dias desde que crucé la puerta de mi casa, dejé que Molly me lamiera el rostro y me encaminé hacia el auto que esperaba en la calle. Hasta ahora solo ha sido un mes y dos dias desde que despedí a mi mamá con lágrimas ahogadas en los ojos y me subí a un avión. Hasta ahora solo ha sido un mes y dos dias desde que vi México por la ventana, guardé la imagen de la noche en mi mente y me despedí con ternura de mi tierra.
¿Qué es un mes y dos dias? Suena a mucho. No es nada. ¿Qué es un año? No es nada.
Por eso, al poco tiempo sacarle provecho.
Voy a vivir mi pequeña aventura.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Take me home, country roads

“Con las botas color rojo que acababan de obsequiarme, escogí un camino al azar y comencé la caminata que esperaba me llevara tan lejos que estaría lo suficientemente cerca de mi hogar“


Hoy fue un día despejado. Despejado dentro mi mente, porque en realidad los cielos estuvieron nublados y la lluvia y el viento se encontraron presentes el día entero.
No, no me molesta el clima. Hasta ahora me gusta, aunque sea frio, para mí no tiene pinta de ser gris.
Hoy me encontré a mí misma caminando con una sonrisa, cantando sin importarme nada. La escuela había sido aburrida, el camión se había ido sin mí, después llovió y el viento me enredó el cabello. Hacía mucho frío y traía poco dinero.
Llegué feliz a casa, cené con gusto y después reposé en la mesa, con mis padres adoptivos, a ver la lluvia a través del ventanal y escuchar una canción muy reconfortante en la radio. Sonreí, no para mis adentros, si no hacía afuera. Y les dije que me encontraba contenta. Sonrieron también y agradecieron mi comentario. Seguí sonriendo. Les dije que el clima me gustaba. Me dijeron que querían ver si volvía a decir lo mismo en Diciembre.


domingo, 16 de septiembre de 2012

“... y los envíe no a gozar de los bienes temporales, mas a sostener grandes combates; no a buscar honores, sino desprecios; no a vivir en el ocio, sino a trabajar; no al descanso, sino a recoger grandes frutos de paciencia. Acuérdate, hijo mio, de estas palabras“

Las únicas veces que había abierto una biblia era en las clases de Religión en la primaria, las sostuve el día de mi primera comunión y directamente después fue a parar al librero que cuelga de la pared de mi cuarto.
Antes de partir, mi abuela me regaló un pequeño librito, tan pequeño que cabe en la cartera. Recordaba haberlo visto varias veces en su mesita de noche pero al descubrir que eran pequeños pasajes de la biblia, no le presté interés. Ahora ella me lo regalaba, junto con una moneda de colección con mi nombre grabado y el año de mi nacimiento (la cual mandó a grabar cuando nací). Me dijo “Es muy sabio, llevatelo“ y en la primera página escribió una dedicación con su letra cursiva “Vale: este libro es un “pequeño gigante“ en sabiduria. Consulta un párrafo todos los dias. Te amo, tu abi“
No le di importancia, lo metí en la mochila de la computadora con desinterés y seguí empacando. Hoy, tres semanas y dos dias después de que llegué a este pais, me encontraba recostada en mi cama sin ganas de salir o de hacer cualquier cosa que implicara levantarme. Con muchos miedos e inseguridades, con cansancio, con ocio. Con unos padres adoptivos en la planta de abajo esperando a que me ponga de pie y salgamos a hacer cosas productivas. Para ellos la palabra descanso no existe.
Entonces abrí la maleta de mi computadora, no recordaba qué había metido ahí exactamente, encontré papeles, una pluma, unos chicles... y el librito. Lo abrí por ocio y recordé que mi abuela me dijo que siempre abriera una hoja al azar y leyera lo primero que mis ojos encontraran. Me reí “eso nunca funciona, siempre salen cosas que ni al caso“ pero igual, abrí el librito en una hoja al azar y leí las palabras que aparecían delante. Me había encontrado con un párrafo que pareciera estaba escrito para mí, destinado a que solo yo lo leyerá. Me sorprendí. Lo comprendí. Me sentí un poco mal.
No sé si creo en el azar, pero no importa.

martes, 11 de septiembre de 2012

Life is beautiful

Ya está oscuro. Y un poco borroso por las lágrimas de cocodrilo que se me escaparon de las ventanas. Fue un día muy extraño, un cumpleaños muy diferente. No fue malo. No. Pero si fue un poco pesado. Muchas veces sonreí a fuerzas, en muchos momentos sentía una nostalgia enorme y la ocultaba, fingia estar bien. No me gusta que mi familia me vea con esos ojos de “ah pobrecita, extraña su casa“ me tengan lastima y digan “es normal, a todos les pasa“ y me vean con cara de perrito. No. Siempre tengo la frente en alto y finjo que soy totalmente feliz. Asi me evito preocuparlos.

Recibí una llamada temprano de mi mamá, me cambié, hice el intento por peinarme y bajé lentamente las escaleras. En el comedor me esperaban Nico y Femke con unos panes (para variar) rellenos de chocolate y una tarjeta. Me dieron tres besos cada uno (Asi es la costumbre en ocasiones especiales) armé mi lunch y Nico me dijo que por hoy no tenía que tomar el camión, que él podia llevarme a la escuela.
La escuela fue lo mismo, aburrida y monótona. Hoy mis compañeros me dirigieron un poco más la palabra, la clase de deportes fue bastante pesada y luego a diseñar sitios web en la clase de multimedia. Odio el html.

Los últimos dias habian sido soleados y perfectos, hoy llovió y el cielo estuvo nublado todo el día. Las calles estaban vacías cuando iba de camino a casa. Con el cuerpo tembloroso y los sentimientos ocultos, bajé del autobus y caminé lo más lento que pude. Como siempre cerrando los ojos, sintiendo el aire en la cara e imaginando que estoy en otro lado.
La tristeza me ha llegado poco a poco, tal vez porque la he ido sacando de pedacito a pedacito o porque mi mente aún no lo asimila bien. Pero fue este fin de semana cuando de verdad caí en la cuenta y me sentí más sola que nunca. A partir de la primera noche que soñé con México y al despertarme pensé que estaba en el cuarto de mi mamá. Al día siguiente volví a soñar con México y al despertarme olvidé donde estaba y me asusté como nunca.
Ya sé que es tonto, extrañar cuando sé que voy a regresar. Pero no es fácil, suena fácil, no lo es. De ningún modo.
No tener un amigo con quien ir a tomar un cafe para contarle tus problemas es lo que hace las cosas más dificiles. Tengo a mis amigos del comité, los cuales son bastante lindos, pero no viven en esta misma ciudad.

Regina me escribió el día de hoy, deseándome feliz cumpleaños y haciendome recordar todos esos momentos que hemos vivido juntas desde que éramos chicas. Ella es la culpable de que un rio rápido se me escapara por los ojos.

De verdad que he valorado tantas cosas. Ahora me doy cuenta de mucho. Ni siquiera llevo un mes aqui y ya me estoy dando cuenta de la maravillosa vida que he tenido, de la familia tan increíble que me tocó, de la ciudad tan preciosa en donde nací, los amigos tan geniales que me encontré en el camino. He entendido tanto. Y aún me falta mucho, muchisimo por entender.




viernes, 31 de agosto de 2012

Odié el avión, fue terrible. La comida sabía a papel de periódico y la española de al lado se paró toda la noche al baño, despertándome para que me parara y la dejara pasar.
Después esperamos en Frankfurt unas horas para abordar el avión que nos llevaría a Bruselas. Gracias a dios encontramos la puerta de salida y ahí estaban los de AFS esperándonos en el aeropuerto de Bruselas.
El campamento en Leuven fue increíble, hice muchos amigos y me fui quitando el miedo muy rápido. Los voluntarios de afs que son algunos de nuestra edad y otros algo mayores, eran bastante lindos y divertidos. Todo iba bien hasta que llegó el día de conocer a las familias.
Estaba bastante nerviosa el primer día, no sabía cómo actuar o qué decir. Pero la confianza llegó bastante rápido, me quité la pena y el nervio y empecé conversación con el mejor inglés que pude. Nico manejaba el auto desde Brujas, donde tuvimos el coctel, bailamos el baile belga y nos presentamos en holandés, hasta Kortrijk, nuestro hogar. Al llegar cargamos mis cosas hasta mi recámara donde me llevé una sorpresa al encontrar un cuadro y un póster de los Beatles y un portaretratos en forma de claqueta. Me enamoré de mi cuarto desde el primer instante.
Platicamos un poco y luego me dejaron sola para que me acomodara, hablé con mi mamá y después bajé a dar las buenas noches. Ellos estaban viendo televisión. Yo estaba demasiado cansada. Tardé un buen rato en dormirme, abrazando el pitufo que acababan de regalarme el cual carga un letrero en el que se lee “Welkom Valeria“, pero una vez que me hube dormido no me desperté hasta las 8:30 que sonó mi alarma.
Esa mañana Femke o mi mamá ahora (Siento un poco extraño decirle “mom“), me llevó a que conociera la estación del tren y el centro comercial, que es enorme y son varias calles llenas de tiendas, bares y cafes con espacios al aire libre. Muy diferente y más bonito a los centros comerciales que suelo frecuentar. Compré un celular y después fuimos a la oficina de la ciudad a que me registrara como residente. En uno de estos dias vendrá un policia a revisar que si vivia aqui y como en un plazo de tres meses recibiré mi identificación oficial.
Acompañé a Femke al súper y también fuimos al banco. Casi todo fue a pie, pues todo está taaan cerca de mi casa.
La ciudad me gusta muchísimo, es bastante bonita y pintoresca. Tiene todo lo necesario y está cerca de todo.
Ahora lo que me pone bastante nerviosa es la escuela, no puedo dejar de pensar en eso. No me gustan las escuelas nuevas, odio los primeros dias de clases. Y ahora es en otro pais, con otro idioma, otro reglamento, horario y compañeros diferentes.
También está el otro conflicto, debo irme en bici a la escuela diario y eso me preocupa. Desde que me robaron mi bici hace unos años nunca volvi a subirme a una y la última vez que lo hice descubrí que se me había olvidado cómo andar. Hace un rato traté de subirme pero me asusté y me caí. No sé cómo le voy a hacer. Y tan genial que es andar en bici, recuerdo que iba con mi papá a un parque en Guadalajara todos los domingos, nos quedábamos ahí todo el día y era muy divertido.
El idioma me asusta mucho, está muy complicada la pronunciación y al escucharlo siento que todos me ladran.
Ayer salí a caminar sola por primera vez, fui a la estación de tren y paseé por las casas y las tiendas que hay por aqui.
Ahora estoy sola en la casa, Femke y Nico están trabajando. Femke volverá como a las 12 para que comamos el Lunch (porque si, otra cosa, los horarios de comidas son muy diferentes y comem pan todo el día) y no sé qué haremos después, pero en la tarde iremos en tren a la ciudad de los papas de Nico (mis otros abuelos) porque me falta conocerlos a ellos.
El Sábado iré con Zeynep (una chica de Turquía) al centro comercial y en la noche tenemos una fiesta con todos los estudiantes que viven en esta zona, también se incluyen los voluntarios.
No he extrañado nada todavía, no me han llegado esos sentimientos de tristeza de los que todos hablan. Me siento bastante bien en realidad. Tal vez lo único que extraño es el sentimiento de comodidad del hogar, ese sentimiento de hacer las cosas cotidianas y saberte en tu espacio sin miedo a cometer errores.

Y el lunes a clases. Voy a tirarme por la ventana. Bye.





martes, 14 de agosto de 2012

Mi intención era escribir sobre otro tema. Pero no quiso salir del baúl.


David Martin dice que para tener inspiración hay que sentar el trasero en la silla y escribir hasta que a uno le sangren los dedos. O algo por el estilo.
No suelo confiar mucho en este hombre pero a uno no le queda más que confiar unicamente en los personajes de los libros pues, a mi parecer, creo que son los únicos sinceros aqui. O tal vez los más mentirosos.
Me sujeto con cadenas a las páginas cubiertas de tinta y en esa cárcel me siento libre. Porque de rejas y barrotes no tienen un pelo. Solo horizontes con un millón y medio de posibilidades. Es por eso que son el boleto de viaje más barato y, bueno, por otro lado no tengo que abordar un avión y cerrar los ojos hasta que esté en tierra. Las alturas me aterran.
Uno no puede evitar aceptar que, de alguna manera, los libros físicos son los más atractivos. Eso de pasar las hojas con los dedos rápidamente porque si no atrapas la historia se te escapa y ya no sabes cómo fue que terminó. Personalmente me gusta mucho el sonido del papel, me gusta la sensación de tener un libro en la mano aunque no lo esté leyendo las 24 horas del día. Es como ir de la mano con un amigo. Sientes la cubierta y te da ese no sé qué que te sostiene para que no te ahogues en las aguas peligrosas donde uno anda a veces.
Tal vez si David leyera esto se aburriría y me pediría un café porque no cree poder permanecer mucho tiempo despierto. O tal vez lo dejaría y diría algo así como “Vas por buen camino“ lo cual, como él mismo dice, es una manera de decir que es horrible y no sirve ni para limpiar los ventanales de la casa de la torre.




lunes, 23 de julio de 2012

Un mes, 32 dias, 760 horas... y para qué sigo calculando el tiempo. Tiempo, tiempo, tiempo... No te pases. Pero si, mejor si.


¿Se llamaba Julia? Creo que si. La muchacha de cabello corto que se reía en la esquina de la calle de esa ciudad que no conocía. Se reía mucho. Y sus tenis. Una simplemente no puede olvidar esos tenis que golpeaban el suelo como un tamborsillo, de esos que no se coordinan el derecho con el izquierdo ni el izquierdo con el derecho.
Todos disfrutaban del sol, el sol que para ellos era una esfera tremendamente calurosa y que para ella tan solo era un patético intento de calor en ese frío día de verano.
Pasos, pasos, pasos. Para. Pasos, pasos, pasos. Para. Ríe de nuevo. No puede dejar de sonreír.

miércoles, 13 de junio de 2012

Something

¿Te digo algo? Hoy es el día en que vamos a dejar de jugar a las cartas de amor hechas a media clase. Hoy es el día en que vamos a dejar de sonreír tímidamente y fingir que la vida sigue su curso sin ningún cambio. Hoy te prometo que le voy a dar fin a eso.
Hoy me prometo que voy a cerrarle la puerta en la cara al interminable juego de miradas que no nos lleva a ningún lugar. Lindo era estar ahí cuando no había necesidad, pero todo tiene su límite. No vamos a vivir ahí por siempre. Te lo prometo.

No sonríes por mí. Sonríes por la música. La música que nos recorre las venas. Y no podemos evitar sonreír. Ni tú. Ni yo.
La adrenalina nos come por dentro y no queremos irnos nunca. No queremos que termine. No quiero que termines. Estás ahí sometido en un mundo al que no me dejas entrar. Estoy sometida en un mundo al que quiero dejarte entrar.

No es que te mire los labios mientras hablas, no es que me guste realmente, pero es la sensación de besarte con la mirada.
Estúpido ya lo sé.

No tengo intenciones de dejarte nunca. Y cuando te vas deseo que pares y te des la vuelta. Pero debo admitir que, en ocasiones, deseo que no vuelvas a aparecerte por aqui. Porque entonces empezará esa guerra interna entre hacer o no hacer, decir o no decir, actuar o no actuar, mirar o no mirar, huir o no huir.

Déjame hacerte una pregunta ¿Te haces el distraído o de verdad eres un idiota?

Ahora he tenido que dedicar una libreta al titulo “Things I wish I'd said“

Aún no comprendes el significado de Let me roll it. ¿O me equivoco?

No sigas leyendo. Se vuelve aún más abrumador.

Se han agotado las indirectas. Te las agotaste. Incluso te agotaste también las oportunidades, por pensar tanto o por no pensar simplemente. Es eso tal vez. Que no lo haz pensado. Ni siquiera quieres pensarlo.

¿Quieres que continúe? Haré caso omiso a tu respuesta.

Me encanta la forma en que finges distraerte. Oh si. Pero detesto la manera en que lo haces como si te pagaran por ello.

Vivo en el sueño imposible de bailar en la oscuridad de algún lugar que conozco y que ya nadie descubra nada. Y nos quedemos ahí por siempre. Viviendo el c moon por siempre.

Cuestionario.
¿Sueñas?
¿Piensas mucho?
¿Sientes mucho?
¿Te ilusionas?
¿Qué buscas?
¿Qué encuentras?

Y la pregunta del millón.
¿Que haz estado buscando todo este tiempo?


No, en realidad no creo estar tan demente.
¿Quieres saber qué quiero yo?
Te voy a dejar con la duda. Porque ahí he vivido todo este tiempo. Y quiero que me acompañes.

viernes, 4 de mayo de 2012

Let me roll it

Voy en el auto café que compré en una barata cerca de un lugar cuyo nombre ya olvidé. La carretera se alza mentirosa y burlona frente a mí, así como prometedora y atractiva. Toda una embustera. El volante se siente invisible bajo mis manos tal vez de tanto rato sosteniendolo con fuerza, mis dedos solo esperan el momento en el que decida aflojarlos. No esta vez, señores, esta vez tenemos asuntos importantes, les digo. Y en realidad todos sabemos que es mentira, el único asunto importante en estos momentos es el de descansar la mente un rato para aclarar toda la maraña de ideas que abundan mi cabeza. Como esas bolsas enormes atiborradas de canicas que mi hermano compraba en la tiendita y luego las dejaba caer todas escaleras abajo. Me duele el cerebro. Tengo que tirar todo cuando menos al asiento de atrás. Me recorre el alivio como una ola cuando percibo el sol escondiéndose un poco, solo un poco pero eso es más que suficiente para que una pizca de positividad se pose en mi sonrisa. Solo he recorrido dos veces esta carretera: la primera cuando era pequeña y pasé todo el camino viendo las nubes e inventando historias en mi cabeza, la segunda con un muchacho de sonrisa estúpida y bastante atractiva que creyó que sería fácil cruzar el mundo con cincuenta pesos y un bocho del 85. Por ahora las unicas dos cosas buenas en mi vida son que me dedico a un trabajo que no me necesita en la oficina y puedo cumplir la jornada a cualquier hora del día, en cualquier lugar del planeta (Una vez me puse a trabajar sobre la pirámide del sol en teotihuacán) y la otra cosa en mi vida que me motiva a levantarme cada mañana es que el estéreo de esta cafetera no se ha descompuesto aún. Pongo un poco de música, de esa que escuchaba cuando caía la luna y me sentaba en la ventana a escribir cuentos de figuras y sombras. Y no la pongo para obtener recuerdos y regresar al pasado (que es lo único que hago casi todo el tiempo) no, esta vez la pongo porque aún me hace sentir bien. Punto. Mi cabeza no está cansada, mi cuerpo si. Aún puedo pensar en cien mil cosas más, darle diez vueltas a cada una y luego hacer un cálculo antes de dormir. Un cálculo que resolveré mal. Me gustaría poder traer a Lucas, el viejo pastor alemán que no tengo y tal vez nunca tendré, en el asiento de atrás haciéndome compañía en mis impulsivos viajes. Pero son escasos los lugares en donde me dejarían quedarme con un perro de semejante tamaño, aunque obediente y simpático, tira mucho cabello y ronca en ocasiones. La gente dice que soy inestable en cuanto a mis amistades, mis amistades dicen que la gente me afecta demasiado. El arte dice que toda la gente es diferente. Yo digo que la gente debería meterse en sus propios asuntos. La vida termina enseñandonos que todos somos gente al fin y al cabo. Sigo manejando, el cielo ahora está nublado y el viento que entra por la ventana ya no está caliente. Mis ansias han ido disminuyendo poco a poco, mis manos se relajan y es entonces cuando veo una gasolinera aparecer a varios metros, a un lado tenemos una supermercado y un restaurante. Y como si mi cuerpo hubiera posisionado todo ahí para que por fin pudiésemos descansar también aparece un Motel que promete un bajo costo. Dudo un poco pues aún no quiero entorpecer la mente durmiéndome en la cama de un Motel, pienso más cuando manejo. Por un instante que dura un parpadeo me acuerdo de algo curioso; una noche de mayo hace algunos años cuando salía de mi casa para buscar algo en el auto escuché el apasionado sonido de una armonica. Me quedé ahí unos minutos escuchando al músico nocturno que cumplía su promesa de volver cada noche. Y su silbido tan suave como el roce de sus labios de tinta me prometieron un cambio. Sin siquiera haber tomado una decisión estaciono el auto afuera del motel, me bajo y entro al edificio de tres pisos color mandarina en abril. Reservo una habitación, la habitación que verá a mi cuerpo descansar mientras mi mente viaja sin cesar. Cruzo hacia el restaurante y ordeno una hamburguesa con papas, me viene a la mente aquel letrero de mi tan lejana preparatoria que decía “Amburguesas con papas“. Solo estoy ahí un momento, disfrutándo del anochecer de carretera, hasta que Lucas comienza a ladrar desde fuera ordenando un poco de comida.

lunes, 30 de abril de 2012

“Sábado, 29 de Mayo 2004 Hoy conocí al amor de mi vida, David, fue su primera comunión y me mandó cartas. Todo empezó cuando mi hermano Gian se fue de chismoso y les dijo a David y a sus amigos que a mi me gustaba [...] ...Me puse muy feliz y nos empezamos a mandar cartas. [...] Antes de irnos le dije adios y le mande un beso. Espero casarme con él“ No, no me averguenza realmente publicar mis anhelos y cursilerias infantiles. Creo que si alguna vez en mi vida escribí algo verdaderamente sincero y puro fue en ese diario. El diario empolvado y olvidado que yacía dentro de una caja en el ático de mi tía. Tenía un candado y, les digo, el candado de este diario no fue fácil de abrir; tuve que destrozarlo con un martillo. Nunca he sido constante en nada, prueba de ello es esta libreta que tengo en mis manos la cual no logré llenar por razones que ya no recuerdo. Me hubiera gustado leer más y más, pero la niña de aquel entonces estaba más ocupada viendo caricaturas o jugando que escribiendo en un diario. Y ahora lo pienso... en muchos muchos años me voy a divertir leyendo las cosas que me ocurren ahorita, en ese diario imaginario que no logro escribir. ¿Por qué? Me da miedo plasmar memorias y al mismo tiempo es para lo que vivo realmente. Qué gracioso es pensar en el amor de tu vida cuando solo tenias 9 años. Qué fácil era decirlo y, a mi corta edad, en realidad sigue siendo así. Pero ahora se dice con más fuerza, con intensidad de un joven enamorado. Antes se decía con sencillez, sin importar cuánto perduraría o si tenian fuerza las palabras. Daba igual si era correspondido, o si se desvanecia al día siguiente. Era el amor de mi vida. Ese niño al que le gustaba montar en pequeñas motos y jugar con sus amigos en el patio de la primaria. Y que ahora es un tremendo idiota. Interesante “amor de mi vida“ Si que eran maravillosas las mañanas de fin de semana, cuando madrugaba por deseo y falta de sueño y nos sentábamos con mis hermanos en el cuarto de la tele a ver caricaturas sin ninguna preocupación. Y no es que ahora tenga muchas preocupaciones, al menos no importantes, sólo estúpidas cargas que yo sola me echo encima. Pero me asusta el hecho de pensar que está todo tan claro. Con cada cumpleaños aumentan los objetos en la espalda, cada día se vuelve más cercano el día del juicio, cada hora que pasa me doy cuenta de que mi vida se posa sobre un tablero del “Destreza“ y el reloj va contando los segundos que faltan para que la tabla bote y todas las piezas que no alcancé a poner en su lugar se queden en mi mano y pierdan su objetivo.

sábado, 21 de enero de 2012

Maletas listas

Un día escuché decir por ahí “Los dias pasan y no en vano“
Qué cosas.
Somos cambio de materia constante, sin duda.
¿Dónde estaba ayer? ¿Dónde estabas tú ayer? ¿A dónde hemos llegado? ¿Hemos sacado provecho al tiempo? ¿Estas en una mejor posición?
Probablemente yo me quedo, como siempre, en el mismo lugar donde he estado parada por muchos años. “Same position“ Claro que mi estatura ha cambiado, mi mente ha evolucionado, mi cabello ha crecido, mi sonrisa se ha transformado. Pero sigo parada en el mismo lugar.
Se van, viajan, desaparecen, se transforman, crecen, cambian. Move on. Brincan, encuentran su camino y lo recorren. Oigo sus voces a lo lejos, en el recuerdo y, en ocasiones, en el presente.
Son memorias las que cuelgan de mi cuello y solo, muy de repente, me doy el placer de sentarme a mirarlas un rato. Sólo un rato porque si me permito seguir así, podría quedarme por siempre viviendo del recuerdo. Y ya no soy así.
Pero claro, es normal, que piense en el pasado y quiera vivirlo de nuevo. Todos sienten eso. Y siempre se permite aplicar la de “El ayer era más fácil“ y pasan los años y repites la misma frase, sin saber que todos los ayeres eran aún más faciles. El tiempo cambia y complica las cosas. Y a pesar de todo queremos avanzar y avanzar a ver qué hay al final.
¿Qué camino recorro yo? Tú ya atraviesas el tuyo, tú te fuiste y no sé si en mi vida vuelva a verte, tú te haz olvidado de mí, tú ya estás en otra etapa a la que siempre quisiste llegar. ¿Yo? Same position. Always. For sure.
Pero no me entristezco, he llegado a un punto en el que lo comprendo y me acepto. Sé que mi vida se basará en la misma posición por siempre, porque como mi perfil psicológico y ancestral dice: Soy sedentaria y virgen. Y aunque ni yo misma me la crea, es verdad y lo respeto.
Claro que voy a caminar, voy a tranformarme, voy a irme. Pero siempre será la misma posición tan pesada que no puedo cambiar, porque eso soy yo.
No quiero quedarme en el “Veo que te vas“ Quiero que me vean irme. Quiero que agiten la mano, se despidan y se pregunten si van a volver a verme. Y así será.
Same position.
Pero voy a desaparecerme. A no volver. A no volver a verlos. Por mucho tiempo. Un periodo para mí. Y es todo lo que quiero. No es huida. Es mi propio rescate. Al fin realizado.


Lo veo venir.

lunes, 2 de enero de 2012

Calle Hidalgo no.15

Él también era pizzero. Vestía de una manera muy parecida, pero el olor era distinto. Papá olía a carbón con harina, mientras que él despedía una escencia a queso derretido con tomate fresco. A lo mejor por eso me fije en él, probablemente su olor fue lo primero que mis sentidos captaron, ya después estudié sus otros rasgos.
Su cara estaba llena de harina, acababa de hacer veinticinco pizzas y se encontraba sentado en la banqueta de la calle Relox. Sacudía sus manos con frecuencia, miraba a la calle y luego al cielo. Parecía esperar algo.
¿Dónde estaba yo? Parada en la esquina entre Relox y Mesones. En mi mente canturreaba la tonada de “Michelle“ mientras lo miraba y luego me reí al darme cuenta de lo ridícula que era aquella escena.
La primera vez que hablamos fue varias horas después de aquello, cuando decidí que lo más barato que podría cenar sería un chocolate caliente en la cafeteria de la calle Hidalgo. Vaya sorpresa que me dió el destino cuando al asomarme en la cocina la mirada de aquella mañana me vió de reojo y pareció reconocer en mi casi disimulada expresión de asombro a aquella mirona de la esquina.
Me senté en la mesa más alejada de la cocina y de las personas, pedí un chocolate amargo y espeso con dos churros, por favor.
La música que me ofrecía aquella pequeña y tierna cafeteria me acogió muy bien desde el principio y entonces vino el mesero a traer el pedido. Fue ahí cuando el aroma llegó por primera vez y sonreí al captar la similitud con los olores que habían llenado mi vida pasada; laurel, tomate, queso, harina, albahaca y un toque de papas al vapor.
Las manos del mensajero pusieron frente a mí una taza de chocolate ardiendo y un plato con churros que parecian recien horneados.
¿Necesita algo más?
Las palabras que cruzaron mis oidos venían con un olor a pasado aún más penetrante, entonces tuve que desviar mi mirada de los churros y elevarla para sonreír y estudiar al portador de tan familiar olor.
No, gracias.
Ya no tenía harina en la cara pero esas expresiones vagas seguían presentes, no, no tenia unos ojos hermosos y penetrantes, si no más bien calmados y fáciles de probar. Y realmente su cabello no me llamó la atención, asi como tampoco su voz sonaba al canto de un ángel. Era, probablemente, el conjunto de tantas imperfecciones lo que hacía que el mesero se robara mi mirada. Tenía un rostro demasiado humano. Demasiado fácil de apreciar. No había ningun tipo de compromiso, de expectativa, de creencia o de prejuicio mientras me miraba con una leve sonrisa llena de educación.
Asiente. Se retira. Me quedo sola.
Vuelvo a la mañana siguiente por un jugo de naranja.