jueves, 21 de abril de 2011

The Greatest

¿Qué significan los colores cuando ya todo es humo? ¿Cuando todo se ha ido poco a poco por un filtro mentolado? Los colores son salvavidas que atrapan, que avivan. Te aclaran. Te calan.
¿Qué significan las notas cuando todo ha sido reducido a gemidos y tristes llantos? Cuando lo último que queda es llorar. Las notas acarician y contemplan, las notas llevan, transportan. Si, si duelen. Pero purifican. Los maravillosos dedos que se encargan de llevar esas notas más adentro, que se encargan de llegar a lo más profundo de nosotros. Y si, si queman. Te arden. Pero luego es un dolor que se torna en placer, y poco a poco en magia. Magia nocturna.


Es una noche fría, bastante fría para la época del año. Fumo algo, una porquería que huele pesadez. Escucho algo, una hermosura que me quema por dentro. Siento por todos lados un sentimiento de soledad y bienestar. Si, me encuentro sola, literal y subjetivamente. Estoy lejos, muy lejos. Siento el viento recorrer mis pies descalzos, la frescura de la noche acariciar mi rostro y cabello. Y ese piano tan delicioso que me acompaña. Entonces me acuerdo de ti y te miro lejano, olvidado. Ya solo te recuerdo en momentos en los que profundizo en mis dolores pasados. Y te veo ahí, como un primer plano del ayer. Como algo que de verdad dolió. Hoy? hoy no lo haces más. Hoy eres un fragmento de vidrio que solía tener filo, ya no. Ya no.
Se me antoja esta noche con alguien especial, con esa hermana de notas e ideas, imagenes y música. Se me antoja esta noche con ella, un blueberry pie y una shisha de cereza.


El frío nocturno me acaricia de nuevo, se me eriza la piel, imagino a mi músico nocturno. A varias casas de aquí, tocando para mí. Si. Porque si existe. Porque no salió de mi mente. Si no de mis recuerdos... aquella noche lejana de lágrimas y sentimientos encontrados, o más bien explotados. Entonces llega mi músico y me relaja, me cambia, me enseña. Y nunca se va. Hoy está aquí, solo que ahora usa un piano. El siempre sabe qué se me antoja.


Mañana. Mañana parto de nuevo. A un lugar en donde solía sentirme muy bien. Pero ya no. Ya no más. Todo es tan... extraño.


Un amigo. Un amigo que dice adiós. Entonces duele, si que duele. Mucho. Bastante. Quema.
La música me dice que no es bueno llorarle a la despedida. Pero es tan dificil no hacerlo.
Un amigo que ha logrado ganarse tu confianza, tu cariño, tus sonrisas, tu tiempo y tu amor.
Un amigo que de verdad vale oro. Un amigo que demuestra ser mucho más.
Y la despedida será dura, al menos para mí. Si que lo será, pero se aprende de todo. De todo, si.
Ya lo extraño. Ya lo veo lejos. Ya quiero que regrese. Y aún no se va.