viernes, 31 de agosto de 2012

Odié el avión, fue terrible. La comida sabía a papel de periódico y la española de al lado se paró toda la noche al baño, despertándome para que me parara y la dejara pasar.
Después esperamos en Frankfurt unas horas para abordar el avión que nos llevaría a Bruselas. Gracias a dios encontramos la puerta de salida y ahí estaban los de AFS esperándonos en el aeropuerto de Bruselas.
El campamento en Leuven fue increíble, hice muchos amigos y me fui quitando el miedo muy rápido. Los voluntarios de afs que son algunos de nuestra edad y otros algo mayores, eran bastante lindos y divertidos. Todo iba bien hasta que llegó el día de conocer a las familias.
Estaba bastante nerviosa el primer día, no sabía cómo actuar o qué decir. Pero la confianza llegó bastante rápido, me quité la pena y el nervio y empecé conversación con el mejor inglés que pude. Nico manejaba el auto desde Brujas, donde tuvimos el coctel, bailamos el baile belga y nos presentamos en holandés, hasta Kortrijk, nuestro hogar. Al llegar cargamos mis cosas hasta mi recámara donde me llevé una sorpresa al encontrar un cuadro y un póster de los Beatles y un portaretratos en forma de claqueta. Me enamoré de mi cuarto desde el primer instante.
Platicamos un poco y luego me dejaron sola para que me acomodara, hablé con mi mamá y después bajé a dar las buenas noches. Ellos estaban viendo televisión. Yo estaba demasiado cansada. Tardé un buen rato en dormirme, abrazando el pitufo que acababan de regalarme el cual carga un letrero en el que se lee “Welkom Valeria“, pero una vez que me hube dormido no me desperté hasta las 8:30 que sonó mi alarma.
Esa mañana Femke o mi mamá ahora (Siento un poco extraño decirle “mom“), me llevó a que conociera la estación del tren y el centro comercial, que es enorme y son varias calles llenas de tiendas, bares y cafes con espacios al aire libre. Muy diferente y más bonito a los centros comerciales que suelo frecuentar. Compré un celular y después fuimos a la oficina de la ciudad a que me registrara como residente. En uno de estos dias vendrá un policia a revisar que si vivia aqui y como en un plazo de tres meses recibiré mi identificación oficial.
Acompañé a Femke al súper y también fuimos al banco. Casi todo fue a pie, pues todo está taaan cerca de mi casa.
La ciudad me gusta muchísimo, es bastante bonita y pintoresca. Tiene todo lo necesario y está cerca de todo.
Ahora lo que me pone bastante nerviosa es la escuela, no puedo dejar de pensar en eso. No me gustan las escuelas nuevas, odio los primeros dias de clases. Y ahora es en otro pais, con otro idioma, otro reglamento, horario y compañeros diferentes.
También está el otro conflicto, debo irme en bici a la escuela diario y eso me preocupa. Desde que me robaron mi bici hace unos años nunca volvi a subirme a una y la última vez que lo hice descubrí que se me había olvidado cómo andar. Hace un rato traté de subirme pero me asusté y me caí. No sé cómo le voy a hacer. Y tan genial que es andar en bici, recuerdo que iba con mi papá a un parque en Guadalajara todos los domingos, nos quedábamos ahí todo el día y era muy divertido.
El idioma me asusta mucho, está muy complicada la pronunciación y al escucharlo siento que todos me ladran.
Ayer salí a caminar sola por primera vez, fui a la estación de tren y paseé por las casas y las tiendas que hay por aqui.
Ahora estoy sola en la casa, Femke y Nico están trabajando. Femke volverá como a las 12 para que comamos el Lunch (porque si, otra cosa, los horarios de comidas son muy diferentes y comem pan todo el día) y no sé qué haremos después, pero en la tarde iremos en tren a la ciudad de los papas de Nico (mis otros abuelos) porque me falta conocerlos a ellos.
El Sábado iré con Zeynep (una chica de Turquía) al centro comercial y en la noche tenemos una fiesta con todos los estudiantes que viven en esta zona, también se incluyen los voluntarios.
No he extrañado nada todavía, no me han llegado esos sentimientos de tristeza de los que todos hablan. Me siento bastante bien en realidad. Tal vez lo único que extraño es el sentimiento de comodidad del hogar, ese sentimiento de hacer las cosas cotidianas y saberte en tu espacio sin miedo a cometer errores.

Y el lunes a clases. Voy a tirarme por la ventana. Bye.





martes, 14 de agosto de 2012

Mi intención era escribir sobre otro tema. Pero no quiso salir del baúl.


David Martin dice que para tener inspiración hay que sentar el trasero en la silla y escribir hasta que a uno le sangren los dedos. O algo por el estilo.
No suelo confiar mucho en este hombre pero a uno no le queda más que confiar unicamente en los personajes de los libros pues, a mi parecer, creo que son los únicos sinceros aqui. O tal vez los más mentirosos.
Me sujeto con cadenas a las páginas cubiertas de tinta y en esa cárcel me siento libre. Porque de rejas y barrotes no tienen un pelo. Solo horizontes con un millón y medio de posibilidades. Es por eso que son el boleto de viaje más barato y, bueno, por otro lado no tengo que abordar un avión y cerrar los ojos hasta que esté en tierra. Las alturas me aterran.
Uno no puede evitar aceptar que, de alguna manera, los libros físicos son los más atractivos. Eso de pasar las hojas con los dedos rápidamente porque si no atrapas la historia se te escapa y ya no sabes cómo fue que terminó. Personalmente me gusta mucho el sonido del papel, me gusta la sensación de tener un libro en la mano aunque no lo esté leyendo las 24 horas del día. Es como ir de la mano con un amigo. Sientes la cubierta y te da ese no sé qué que te sostiene para que no te ahogues en las aguas peligrosas donde uno anda a veces.
Tal vez si David leyera esto se aburriría y me pediría un café porque no cree poder permanecer mucho tiempo despierto. O tal vez lo dejaría y diría algo así como “Vas por buen camino“ lo cual, como él mismo dice, es una manera de decir que es horrible y no sirve ni para limpiar los ventanales de la casa de la torre.