jueves, 2 de diciembre de 2010

Titulo? Titulo? La tuya.

Así como uno de esos momentos en lo que dices “Hacen falta las palabras escritas“. Esas ganas que te dan de repente de charlar contigo mismo, de saber qué estás pensando, qué quieres, qué buscas o, simplemente, qué sientes.
Es como... oir tu voz en la carcajada de un extraño, que realmente ya no es tan extraño. Es como... susurrar a tu propio oido y decir “Hola ¿Cómo te va?“

Me encuentro como en esa balanza de cosas por hacer, buscando desesperadamente el equilibrio y la tranquilidad. Esperando con ansias el momento en el que las cuerdas de la guitarra se aplaquen y comiencen a tocar una de esas acústicas que tanto me gustan. Para cerrar los ojos y recostarme en el asiento del autobús y admirar todo ese paisaje que pasa rápido por la venta. Para ver mi reflejo en el cristal, revuelto con la imagen de afuera.

Esa voz de la canción que nunca habías escuchado y de repente te das cuenta que te agrada, que te tranquiliza, que realmente te ayuda a calmarte. Pero no quieres descargarla, porque suena bien así, perdida en el espacio y que probablemente no puedas volver a escucharla en un rato si no guardas el nombre, pero no te importa. Vives las notas.

Y entonces abro los ojos y escucho ese murmullo atropellado e interrumpido por el sonido del teléfono, ese “riiing“ tan molesto. Si que es molesto.
Y luego grito “Adios a la comunicación, quiero estar sola“

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