viernes, 19 de agosto de 2011

Choo choo train

Te fuiste, puedo oler en el aire tu ausencia y cuando lo hago, mi corazón se aprieta en su rincón y me implora que no lo llame al exterior.
Trato de evadir toda canción que me recuerde a ti, porque sé que podrás oirla a través de mis lágrimas y los kilometros, por más lejos que te encuentres, amigo. Y lo último que quiero es que escuches mis sollozos. No. Y tampoco yo quiero escucharlos.
No quiero oir los tuyos, quiero saber que haces que valga la pena cada minuto, quiero saber que nuestro sufrimiento es parte de todo el aprendizaje y que vale la pena cada lágrima que dejamos escapar, tú y nosotros. Debes hacerlo. De otra forma, si no lo aprovechas y te deprimes, no estarás traicionando. Y todo, todo... habrá sido una pérdida de tiempo.
Ya veo el día de tu regreso, no está tan lejos de aquí y a la vez están tan retirado que mi corazón se apachurra una vez más. Y se me cae el alma los pies.
Te imagino llegando, con una sonrisa, el cabello alborotado y largo. Los ojos brillosos de tanta alegría acumulada y en tu mente corren recuerdos de otro país y, entonces, es cuando deseas haber estado más tiempo allá. Nos miras, te alegras, la abrazas a ella.

Estás ahora lejos, lejos de donde nosotros. Nosotros nos quedamos aqui, y aún respiramos el aire que atravesó tus pulmones. Sentimos tu ausencia pero, por otro lado, percibimos tu presencia, tu esencia.
Todo tú está con nosotros, porque como la mujer de tu vida dijo hace justo una semana “Está dentro de nosotros“ Pues si, amigo, estás dentro de nosotros, asi como ana está dentro de nosotros. Y todos.
Aunque debo decir que si, si dependemos fisicamente de ti, pero tendremos que aprender a no hacerlo por 10 meses, a saberte cerca aunque no te veamos, a sentirte, porque estás aqui. Porque esta ciudad de cantera rosa no olvida tu perfume, ni tu sonrisa, ni tu talento, ni tu voz, ni tu amor, tu luz, tu corazón. Siempre estás aqui. Siempre, Sergio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario