jueves, 15 de septiembre de 2011

Crónica ll. Toma 2.

Pagó la habitación. Recibió las llaves. Sonrió hipócritamente al recepcionista y subió las escaleras lentamente. Se dio cuenta en el momento en el que entró al cuarto que realmente era un motel viejo y eso lo hacia aún más romántico.
Sentado al lado de la ventana empañada, soñó despierto con la mujer de labios rojos que abriría la puerta y entraría decidida a hacerle el amor. Ella llevaría un vestido verde, verde esmeralda. Pensó que tal vez un azul rey no estaría mal pero entonces la recordaría a ella y probablemente comenzaria a ver su rostro en todas partes y querría enamorarla una vez más con alguna canción robada a su guitarra. Su mente se empezó a llenar de ella, imágenes cubrían sus ojos y el perfume de la encantadora joven lo inhundaba. Entonces él se sacudió la cabeza y fue a mojarse la cara.
La mujer del vestido verde esmeralda lo esperaba afuera, ansiosa, bellísima. Él sale y la mira, comienza a pensar cómo va a quitarle ese precioso vestido. No parece tarea fácil. Ella sonríe, nota la preocupación en el rostro del amante y se pone de pie frente a él, le besa los labios y luego se da la vuelta.
Él despierta de la ensoñación, mira la habitación lúgubre y sucia y regresa los ojos hacia la ventana. Su auto está estacionado por fuera, su auto negro y viejo. El auto en el que ella se había atrevido a besarlo por primera vez. Entonces él lo recuerda; ella estaba nerviosa, sus bromas y su risa la delatan. Entonces pone alguna canción en la radio, cualquiera para calmar su tensión. Curiosamente aparece una con un piano, un piano que la hace sentir cómoda. Él pregunta cuántas veces ha deseado morir al lado de alguien. Ella contesta que muchas veces ha deseado vivir al lado de alguien. Entonces él, sorprendido por la respuesta, no puede contenerse y se acerca para besar su mejilla. Acto seguido le roza los labios con sus dedos, luego con su boca.
La mujer del vestido verde esmeralda pasea por la habitación mientras se suelta el cabello, comienza a deslizar el vestido por sus hombros hasta quitárselo por completo, después se suelta los tacones. Mira al amante con mirada seductora.
Él se pone de pie y se acerca al viejo espejo que está al fondo de la pequeña habitación. Ella le habla, le dice que ese es el único vestido que la convence. Él se da la vuelta y la mira; lleva un vestido azul rey y da vueltas frente al espejo. Su timidez solo le permite decir que luce muy bien, que es un color bonito. Ella sonríe.
Él decide sentarse en la cama, se sirve un vaso de tequila y se lo toma de un trago.
Ella está desnuda sobre la cama, con una sábana roja sobre ella. Tiene una copa de vino tinto en su mano izquierda, la acerca a sus labios y bebe lentamente. Sus piernas estan descubiertas.
Él está sentado en el piso del sucio baño del motel. Juega con la botella de tequila.
Ella le da la botella de liquido amarillo y le dice que no quiere la botella, que ya todo está decidido, que no puede estar más así, que lo siente pero que tiene que seguir con su vida, que encontró a alguien más. Sube al auto y arranca. Él está destrozado.
Todo se vuelve negro, esuchamos el derrape de las llantas, un estruendo y un golpe.
Vemos al solitario protagonista sentado junto a la ventana, ahora está vestido con un traje negro, en un plano a detalle podemos apreciar unas flores blancas en su mano derecha. Las tira al suelo, se quita el saco y sonríe. Sube a la cama y toca los pies de la joven.










Fade out.

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