domingo, 9 de enero de 2011

Las cosas que creías conocer, las cosas que solían estar bien, ese tipo de trivialidades que ya tenías en orden... se aplastan, se mueven, se pierden. La paz se rompe.
Ese tipo de cosas que no formaban parte de ti, esas que no eran importantes o que simplemente no te dabas cuenta de ellas. Los problemas sencillos que solían atacarme acaban de agrandarse a un tamaño jumbo. Ese problemita que, según yo, por fin había logrado superar acaba de volver y me está gruñendo.
Yo decía que no me importaba, decía que no era indispensable, que si era así por mi estaba bien. No, ya no, ya no está bien. Me duele. Y es que son recuerdos, grandes, fuertes, húmedos... se abre la herida. Entonces me percato de la situación. Claro que me duele aunque no quiera aceptarlo. El tiempo no cura heridas, las heridas curan al tiempo. Y las mías las cerré con resistol blanco patito del mercado independencia.

¿Por qué ¿Por qué te dedicas a hacerme la vida todavía más pesada de lo que ya es? ¿Tan malo es querer llevar la fiesta en paz?


Es que me acuerdo de tantas cosas buenas. De las que de verdad valían la pena. Cuando tus ojos son ciegos e inocentes y la vida es como el algodón de azúcar rosa que compraba en la plaza de patzcuaro.


¿Por qué tengo que pagar por problemas conyugales?


¿Por qué me dices todo esto a mí? ¿Eh? Quisiera decírtelo pero prefiero hacerme la sorda.


Como que me dan ganas de correr con alguien, pero ya nadie nadie me da esa confianza o tal vez... solo tal vez...


Estoy mareada de tanta mierda.

Me ahogo.

Ahh....

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